En este blog nos hemos referido en no pocas ocasiones a los requisitos, desde diferentes ámbitos o, para ser más exactos, perspectivas, que deben tenerse en cuenta a la hora de internacionalizar una empresa o unidad de negocio. En tal sentido, algunas de las cuestiones a las que hemos aludido son intuitivas, aunque no por ello menos importantes, y otras lo son de índole más técnico, nacidas en este caso de las prácticas legales y económicas de perfil internacional más consolidadas. No obstante, estos elementos, tengan las características que tengan, tienen en común el hecho de que están protagonizados o suelen ser gestionados en última instancia tanto por el empresario que acomete el proceso de expansión internacional en particular como por sus asesores. Así las cosas, en esta entrada, vamos a darle una vuelta de tuerca a los pormenores de los procesos de internacionalización por la vía de incidir en el aspecto institucional, un gran desconocido que tiene, sin embargo, una gran relevancia en la búsqueda de nuevos mercados en los que vender nuestros productos o prestar nuestros servicios. Como es bien sabido, el Servicio Exterior Español es de los más potentes a nivel internacional y suele destinar recursos al apoyo a empresas españolas que buscan, como decimos, nuevos territorios en los que desempeñarse (cierto es que en algunos territorios más que en otros). Aunque parezca que viene de suyo, lo cierto es que de la misma manera que cuando las personas viajan, sobre todo a destinos controvertidos, conviene comunicar tal circunstancia al Ministerio de Asuntos Exteriores, contactar con la legación diplomática en el país de destino de la inversión, esto es, recabar apoyo institucional, es una práctica más que recomendable por no pocos motivos. Lo desarrollamos.
En primer lugar, las barreras culturales a las que tantas veces nos hemos referido en este blog, que no dejan de circunscribirse, evidentemente, tanto a lo comercial como a lo legal y financiero, pueden traspasarse con más facilidad cuando se recibe apoyo (que no asesoramiento claro está) por parte del Servicio Exterior del País que corresponda. En este sentido, saber qué, por qué, cuándo y sobre todo cómo, es algo con lo que están más familiarizados, en muchas ocasiones al menos, los agregados comerciales de las misiones diplomáticas que los propios empresarios o asesores, cuya actividad es, o puede ser en función de las circunstancias, más técnica que otra cosa como hemos dicho. A su vez, contar con la legación que corresponda le puede conferir un importante halo de seriedad y profesionalidad al empresario que se está aventurando a lo desconocido, algo que puede marcar la diferencia en clave competitiva a la hora de dirigirse a terceros locales dentro del país en el que nos encontremos. Por decirlo en pocas palabras, la confianza es un grado, y mostrar el contacto previo con un Servicio Exterior puede marcar la diferencia a la hora de introducirnos en un mercado ajeno en el que, y aunque tengamos mucho que decir o aportar, no dejamos de ser unos desconocidos. No se trata de basar nuestro proceso de internacionalización en el Servicio Exterior, algo que por otra parte no es posible en sentido estricto, sino de contar con un elemento más de soporte a la hora de hacer algo tan complejo como el aventurarnos fuera.