¿En qué me puede ayudar, que yo no sepa, un abogado en un conflicto?

La pregunta parece demasiado evidente, en relación con la respuesta final que podría tenerse en mente, pero lo cierto es que un consultor legal puede hacer (o debería) mucho más que negociar una solución final, que no es ni mucho menos el quid de la cuestión. Lo relevante, dado que incide cláramente en lo anterior, es lo que lleva a dicha solución. Vaya por delante que una negociación la puede sobrellevar cualquiera (basta con saber escuchar y argumentar), y también por qué no decirlo, alcanzar un acuerdo (con independencia de que este sea mejor o peor). La cuestión radica en la interposición de un profesional que domine las diferentes fases que conforman una negociación en general, y la resolución de un conflicto como decimos en particular (que también tiene sus fases). Sí, toda negociación tiene sus hitos temporales, y debe entenderse desde un principio que en un conflicto lo más importante (que no lo único) no es lo que uno piensa, sino lo que tiene en mente la otra parte. Es como en un pleito, donde lo importante no es la opinión propia, por mucho que uno la tenga clara, sino la que tiene el Juez finalmente. Toda negociación es necesaria porque hay diferentes maneras de interactuar con la realidad de que se trate en cada momento, y no entenderlo es abocar la negociación que se pueda producir al fracaso antes de que esta empiece. Si Vd. no está dispuesto a ceder, no comience una negociación, olvídese del asunto y sométalo a instancias superiores, será más caro y tardará más, pero al menos no perderá el tiempo en iniciativas infructuosas.

Las personas o empresas, por de pronto, suelen acudir a los consultores legales cuando las relaciones ya están enquistadas, cuando la fase contenciosa está a punto de comenzar y cuando difícilmente hay vuelta atrás. Si la cuestión a negociar es importante, no lo dude, cuente con asesoramiento desde un principio. Un consultor legal, o un Interim Legal Manager, especializado en resolución de conflictos estudiará su pretensión, hará lo propio con la contraria y calculará por de pronto el escenario temporal adecuado. En dicho escenario temporal se contemplarán todas las posibilidades en relación con el devenir de la negociación, incluida la ruptura (educada) de la misma cuando corresponda y sea menester, en función de la posición de fortaleza que tenga el cliente. Las negociaciones fáciles no existen porque de lo contrario dicha negociación no tendría ni por qué producirse. No debería nadie, particular o profesional, aventurarse en una negociación sin hacer igualmente un análisis de debilidades y fortalezas propias y ajenas (que siempre existen), así como sin calcular el «as» en la manga que pueda desbloquear la negociación o el conflicto cuando esta parezca definitivamente enquistada. Dicho «as» en la manga marca el mínimo asumible por parte del cliente al que uno está representando, y debe medirse muy bien cuándo (dentro de la fase final de la negociación) y cómo debe plantearse. En otro artículo doctrinal hablaremos más en concreto de esta última cuestión y de por qué la resiliencia (aunque tenga o pueda tener sus consecuencias) es importante en toda negociación encaminada a solventar una controversia.

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