¿En qué consiste el asesoramiento preventivo?

Es ésta una cuestión altamente relevante, porque la tendencia en el mercado, se mire como se mire, es la de acudir al abogado o al consultor legal cuando el problema ha surgido y no con carácter previo. Pero lo cierto es que en tal sentido el Derecho no funciona de una manera muy diferente a la medicina en el entendido de que siempre es, sin duda alguna, mejor prevenir que curar. Sin embargo, como decimos, tanto en las relaciones personales como en las de corte empresarial, la tendencia clara es la de no acudir al profesional hasta que el problema ha surgido, con las consecuencias que ello tiene. Por de pronto, resulta claro que cuando el conflicto surge ya se pueden haber producido daños (en ocasiones difícilmente reversibles o caros de reconducir), los cuales en muchos casos son, precisamente, y por lo general, la fuente del conflicto propiamente dicho. Además, se da la circunstancia de que siempre es mejor, más fácil y sobre todo más barato, recibir asesoramiento para evitar controversias que para solventar estas. Dicho lo cual, ¿qué es lo que hace el consultor legal desde una perspectiva preventiva?, ¿de qué manera puede ayudarnos y, sobre todo, cómo identificar que su actividad es necesaria?, ahí es donde entramos en materia.

 

Debemos partir de la base de que el asesoramiento preventivo consiste, básicamente, en asesorar cuando ello no es, aparentemente, necesario, así de simple y puede que así de complicado de entender. Ello ya de por sí es controversial porque todo asesoramiento acarrea un coste y asumirlo, cuando no es imperativo hacerlo, siempre cuesta. En tal sentido, cuando de prevenir situaciones de conflicto se refiere la clave está, evidentemente, en anticiparse, y ello requiere por parte del cliente detectar de qué manera un determinado negocio, circunstancia o situación puede ser fuente de conflicto. Por otro lado, igualmente es tarea del consultor legal el hecho de saber dar traslado de ello a los clientes a base de ser didáctico y de hacerles comprender por qué motivo asesorar, cuando en principio no es necesario, es siempre más productivo y barato que esperar a que el problema surja. Lo cierto es que el cambio de mentalidad por parte de los clientes es el gran caballo de batalla al que se enfrentan los asesores a la hora de vender este tipo de servicios, pero sea como fuere, se da la circunstancia de que la tarea preventiva es sencilla, relativamente corta en el tiempo y siempre, siempre, rentable, bastando para ello realizar una pequeña auditoría legal sobre el negocio jurídico en cuestión a los efectos de identificar los riesgos que correspondan. El escenario comercial y competitivo del cliente, su entorno normativo y/o regulatorio y la situación de mercado de cada momento también son buenos indicadores acerca de si el asesoramiento preventivo por parte del consultor legal procede o no.

 

El asesoramiento preventivo, que no es sino ser pesimista, es decir, detectar qué puede ir mal y cómo evitarlo, no es que sea procedente, es que puede marcar la diferencia entre la supervivencia de una unidad de negocio o no, entre la preservación o no de la integridad patrimonial de una empresa o una persona o entre ser responsable o no, en un entorno cada vez más competitivo, global y exigente.

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